La Vida viene en fragmentos...

Hay un dicho zen que adoro: "No hay gota de lluvia que caiga en el lugar equivocado"... Es hermoso porque nuestra mente, que es muy pequeña, siempre tiene la idea de que lo que ella ha conocido es lo mejor y se aferra a las cosas que ocurrieron y generaron bienestar temporal, pero cuando se van, no lo soporta. Lo cierto es que la Vida hace las cosas con perfección, porque todo es Divino.

Sobre eso, hay un cuento que también es uno de mis favoritos, que dice así:
En un pueblo lejano en China, vivía un anciano muy pobre, pero hasta los reyes le tenían envidia porque tenía un caballo blanco de gran belleza. Los reyes ofrecieron mucho dinero al anciano, por el caballo, pero el hombre nunca quiso el dinero porque para él ese caballo era un amigo. "¿Cómo podría vender a un amigo?" decía el anciano. A pesar de que era pobre, nunca lo vendió.
Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. 
Todo el pueblo se reunió y le dijeron:
-Viejo estúpido. Sabíamos que algún día te robarían el caballo. Hubiese sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!
-No vayan tan lejos -dijo el anciano-. Simplemente digan que el caballo no está en el establo. Este es el hecho, todo lo demás es vuestro juicio. Si es una desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque esto es a penas un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?
La gente se rió del viejo. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco loco. 
Sin embargo, luego de unos días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, se había escapado. Y no solo esto, sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes!
De nuevo se reunió la gente y le dijeron:
-Tenías razón vecino, no fue una desgracia, sino una verdadera suerte.
-De nuevo estás yendo demasiado lejos -dijo el viejito-. Digan tan solo que el caballo ha vuelto... ¿quién sabe si es una suerte o no? Es solo un fragmento. Están leyendo solo una palabra de una oración. ¿Cómo pueden juzgar el libro entero?
Esta vez la gente no pudo decir mucho más, pero estaban seguros que el viejo estaba equivocado, pues habían llegado 12 hermosos caballos.
El viejo tenía un único hijo que comenzó a entrenar los caballos. Una semana más tarde se cayó de uno de ellos y se rompió las dos piernas. 
La gente volvió a reunirse y a juzgar...
-Otra vez has tenido razón anciano -dijeron-. Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y a tu edad él era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca.
-Cómo les gusta juzgar ¿no? -dijo el viejo-. No vayan tan lejos. Solo digan que mi hijo se ha accidentado. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos, y nunca se nos da más que esto.
Sucedió que pocas semanas después el país entro en guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados por la fuerza al ejército. Solo se salvó el hijo del anciano porque estaba lisiado. 
El pueblo entero lloraba y se quejaba porque esa era una guerra perdida de antemano, y sabían que la mayoría de jóvenes no regresarían. Fueron a ver al viejo y le dijeron:
-Tenías razón viejo, era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo está contigo. Los nuestros se han ido para siempre.
-Siguen juzgando -dijo el viejo- Nadie sabe. Solo digan que sus hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Solo Dios, el Todo, sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda.  

Nuestra mente es como el pueblo, todo el tiempo juzgando, sacando conclusiones de los fragmentos, de los eventos pequeñitos. No sabemos lo que pasará doblando la esquina. No tenemos paciencia. La mente no puede controlar lo incierto y por eso se aferra a lo conocido, a lo pasado; porque no tiene cómo saber lo que vendrá. Pero todo lo que sucede es divino, y punto.

Para no juzgar es necesario confiar, sin confianza en el Todo, en la Vida, es difícil dejar de juzgar. Muchas personas viven de manera miserable porque se aferran a lo conocido contra viento y marea (espos@s, trabajos, tradiciones, relaciones, etc.), dan la batalla con mucho desgaste y se terminan enfermando. Y al final siempre sucederá lo que la Vida quiere y eso siempre es perfecto. En equilibrio. No hay nada que el pequeño yo pueda hacer al respecto. Pero hasta esa resistencia, también es dispuesta por Dios. No hay nada que no sea Él. Sobre esto haré otro post.

Para terminar, como dice Osho, Dios es un viaje; un viaje sin fin. Sólo los que son tan valientes como para no preocuparse de la meta y contentarse con el viaje, con vivir el momento y crecer en él, sólo ésos son capaces de caminar con el Todo.


Y es que solo el Todo sabe todo! jajaja!

Gracia! 
Namasté

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